miércoles, 15 de mayo de 2013

Colombofobia: el país laico que legisla con la biblia.



¿Otra vez? ¡Qué pereza! A mí no me gusta leer textos que hablan mal sobre Colombia, este hermoso pueblito Surnorteamericano, lleno de paz, democracia y esas cosas. Las personas deberían dejar de criticar tanto y ponerse a trabajar como Dios manda. ¿De qué se quejan? Acá todo es perfecto; tenemos el desempleo perfecto, una falta de salud perfecta, un analfabetismo perfecto, un perfecto desdén por los demás, somos los perfectos antracitas latinoamericanos, tenemos una inseguridad perfecta  y por si fuera poco, también tenemos ranas de colores, aves, ballenas y demás güevonadas por las que nos sentimos orgullosos. Pero basta de lambonerías innecesarias. Este texto está dedicado a todos esos neófitos que luchan por una igualdad social o no sé qué.

Por difícil que parezca, en mi vida he conocido gente que cree que la palabra “Laico” es sinónimo de religión, devoto, creyente o algo por el estilo. Es por esto que les voy a revelar el significado de esta palabra,  “Que no tiene órdenes clericales // Independiente de cualquier organización o confesión religiosa.” * Así es, aunque duela y parezca una puñalada en nuestra historia, la palabra Laico es todo lo contrario a lo que se creía. Y a mí me dolió más cuando por fin comprendí lo que quiere decir “estado laico”, muy de la mano con el artículo 19 de nuestra formalísima constitución y del preámbulo en donde invocamos la protección del todopoderoso. Más tarde hice un análisis y me di cuenta que  -como si fuera el sarcasmo en su estado más puro- nos jactamos de que Colombia es, Un Estado Social de Derecho, y un Estado Laico

Muchos se preguntarán de qué hablo (otros, ni siquiera van a leer hasta acá). ¿Qué es eso de Colombofobia?  Basta con unir dos conceptos, Colombia: un país que se ha quedado en una época sangrienta ensalzada por la televisión nacional (cada vez más en detrimento, por cierto); y Homofobia: la aversión o desprecio contra hombres y mujeres homosexuales. En pocas palabras, un estado subdesarrollado que desprecia y odia a un grupo de ciudadanos con una orientación sexual diferente (aparentemente) de quienes se sientan en esas cómodas sillas del congreso. Colombofobia es un pueblito hipócrita y resentido ¡acá van a rebuznar los falsos progresistas! gobernado por algunos con un doppelgänger pérfido. Son el Doctor Jekyll  para las multinacionales y el Señor Hyde para los colombianos. Un lugar donde se le vulneran derechos y se les niega la posibilidad a los homosexuales de casarse ¡Este es mi país carajo!

Sé que el tema ya está muy quemado. Ahora nadie quiere hablar del matrimonio entre homosexuales. Debemos actualizarnos en noticias, como lo de la Madre Laura (la primera Santa colombiana) o la alianza entre Venezuela y China. Cosas como esas venden y más si se impregnan de morbo o algún debate entre ateos y creyentes o entre quienes se creen socialistas y los capitalistas puros. Pero hoy quiero hacer una crítica tardía y contextualizada; expresar lo que siento y pienso al respecto. No soy homosexual, pero tengo amigos y amigas que tienen otras orientaciones; son personas brillantes, inteligentes y excelentes seres humanos.

Mientras estaba de moda el tema, tuve la oportunidad de charlar con muchas personas al respecto y por circunstancias interesantes terminé en una discusión o lo que la gente llama eufemísticamente “Debate” con un grupo de personas que pertenecen a  comunidad LGTBI -o como elegantemente se dice entre los pasillos del congreso: “los mariquitas” - algunos estaban a favor y sorprendentemente otros no. Estos últimos argumentaban que Colombia no está preparada para esta clase de legislaciones. Sin embargo, hay que aclarar que esta hermosa patria nunca ha estado ni está preparada para nada. ¿Estaba Colombia  preparada para “abolir” la esclavitud? ¿Estaba Colombia preparada aquel primero de diciembre de 1957 para darle la posibilidad de votar a las mujeres? ¡No! Seríamos muy ingenuos al pensar que primero se debe hacer un proceso de educación en este tema antes que legislar, porque nunca será posible arrancar de esa mente conservadora, mojigata y cromagnona las ideas homofóbicas, misóginas y machistas.  Pero no seamos tan históricos, ¿Colombia estaba preparada para un TLC con EEUU? Pero ¡Claro! ¡Es obvio! con el tratado de libre comercio muchos ganan platica; en cambio con el matrimonio igualitario no hay billete de por medio (al menos no lo suficiente).  Lo que más me sorprendió del debate fue que alguna persona dijo que muchos buscaban poder casarse para <<No estar en pecado con Dios>> (y tuve que reprimir mis deseos de reír). Pero es bastante válida la postura ya que bajo los estamentos bíblicos, una pareja debe estar cobijada bajo “el santísimo” matrimonio, es decir, tener la firma de Dios. Algunas horas después leí algunas frases que me hicieron reflexionar y pensar  sobre  curioso que resulta defender la creencia en Dios cuando la misma religión (y su texto sagrado) los trata como unas basuras. Muy respetable su posición. Yo por el contrario soy un adepto al concepto de “lo único sagrado es que no hay nada sagrado” que dejó plasmado Aleister Crowley.

A ver, a ver… nada de drama con los que creen en Dios, pero ¿por qué tiene que entrar con la biblia debajo del brazo al congreso (o senado o lo que sea)? ¿No se supone que deben jurar lealtad a la CONSTITUCIÓN POLÍTICA COLOMBIANA? Y  me surgen otras dudas, ¿No se supone que deben velar por los derechos y libertades de todos los colombianos? Unos dicen que aprobarlo sería dañar el concepto de familia ¡Eso sí me hace reír! Espero que los conservadores inquietos, consulten sobre el origen del concepto de familia que tenemos hoy en día ¡perverso! y yo definitivamente tengo que decir  lo que pienso: el problema es de religión, voluntad política e idiosincrasia. Primero, acá todos los creyentes creen tener la pura razón, se creen los post-metafísicos (sí, sí. Post, de ahí parte lo caricaturesco) del siglo XXI. Segundo, la mayoría de los que están en el congreso son fieles misóginos y machistas, lo que dificulta una política transparente que vele por los derechos fundamentales de los ciudadanos. Finalmente Colombia es todo un cúmulo de tradiciones arraigadas y totalmente permeadas por un conservatismo nauseabundo.

¿Qué sería de Colombia sin todos esos negros esqueléticos que mueren hambre? ¡Perderíamos el folklore! ¿Debería Colombia evolucionar en un estado realmente libre e intercultural? ¡Claro que no! Iríamos en contra de ese nazi colombiano que todos tenemos, no podemos dejar perder el Führer antisemita y anti-homosexual (o anti-todo lo contrario a la única y verdadera religión).  ¡No podemos perder nuestra esencia! En este país se deben prohibir el matrimonio homosexual, el aborto, la legalización de las drogas y otras cosas… al menos hasta que se vea un CVY de esos motivadores; de esos que realmente hacen reflexionar.

Pero ¿Qué más puedo hacer? Criticar y expresar lo “Acaparador, alborciador, alborotador, alcornoque, ametrallador con babero, anacoluto, analfabeto, analfabeto diplomado, anfitrión, animal, antipático, antracita, antropófago, antropopiteco, aprendiz de dictador a la nuez de coco, archipámpano, arlequín, arrapiezo, asno, Atila de guardarropía, atontao, atropellador […]” (y los demás improperios del capitán Haddock) que puede llegar a ser un congresista colombiano. Me ofende que tengamos tantos congresistas excrementales que coartan los derechos de algunos ciudadanos. ¡Este es Colombofobia! el pueblito en el que nací, que Como dice Pablo Rolando “Mucho de paternalista, pacato y absurdo hay en las leyes de nuestro país.”

*[Fuente: diccionario de la lengua española, vigésima segunda edición]

"Diría yo, que una mujer inteligente siempre enamora sin importar su físico. Claro está, que hay mujeres que quieren aparentar ser inteligentes y terminan hablando cosas incoherentes y pierden todo su encanto... es más decepcionante aún si físicamente es atractiva. En tal caso, lo mejor es alejarse lenta y serenamente, ir a la biblioteca y leer un buen libro. Eso ayudará a equilibrar las cosas" E.J.
"A veces las personas evitan saludarme, y me causa risa ver cómo tratan de ocultarse. Lo mejor de todo es que me evitaron la molestia de saludar. Sería un gasto de energía innecesario fingir estar alegre por verle." E.J.