Amores
baratos, moteles sucios y cosas que pasan
<<Las historias que se describirán a
continuación no necesariamente fueron experiencias mías. Algunas son anécdotas
de amigos, conocidos o las escuché por ahí. Agradezco a quienes confiaron y
aceptaron que recreara los momentos. Espero que les guste>>
Segunda parte
Orgía
en la casa de Don Luis
“¿Es sucio el sexo? Solo cuando se hace bien”
Woody Allen
¿Ahora qué? ¡Hagamos una orgía! ¿Alguien sabe
cómo empezarla? Yo nunca he estado en una. Google lo sabe. ¡Acá está! Hay un tutorial
que explica cómo empezar, el resto está en nuestra imaginación […]
¿Qué mejor que una orgía un domingo, en la noche, en la víspera de un
día de estudio y lleno de trabajo? Sin ánimos de quedarme en casa, salí a caminar. Por fortuna no era día
de partido, así que las calles estaban mucho más seguras.
Un domingo a las 8 pm la mayoría de bares y restaurantes de este pueblo
están cerrados, decidí ir entonces al único lugar donde podía encontrar a
alguien con quien hablar y subir mi estado de ánimo.
- ¿Qué dice
Don Luis, Dónde es la fiesta?
Uno siempre sabe a quién preguntarle.
- Diga nada
más qué hacemos, hermano.
Estaba acompañado de una mujer a quien había visto un par de veces,
Juliana, si mal no recuerdo.
- Estoy algo
aburrido. Tengo ganas de comer algo y tomar licor esta noche. ¿Se anima o qué?
Don Luis es la clase de sujeto al que uno le coge rápidamente cariño. No
solo porque es igual de pervertido (libidinoso suena mejor) que uno, sino
porque siempre está dispuesto a todo.
- Juliana,
pero llámese a una amiga, porque yo acá de violín queda muy duro.
Insisto, uno siempre sabe a quién preguntarle. Sacó una libreta de
apuntes y comenzó a buscar a alguna mujer que estuviera dispuesta a todo. Hizo un
par de llamadas.
- Listo. Ya
viene una amiga. Se llama Marta.
- ¿Está
buena?
- Pues…
tiene que verla.
Acá es donde uno concluye que no. Pero qué más da, es mejor dos para
dos, porque tres es muy poco.
A eso de las 11 pm y después de haber comido bastante bien, llegó Marta.
Se me antojó comprar rápidamente el licor. Una botella de tequila. Sí, con eso
bastaría. Decidimos irnos para la casa de Don Luis, no sin antes pasar por la
narguile, esencias –porque yo no fumo marihuana- y varios condones. Uno
sospecha en qué podría terminar la noche, pero no hay que presionar las cosas.
Llegamos al apartamento y pusimos buena música. Abrimos la botella;
comenzamos a tomar y fumar narguile. Don Luis estaba muy entretenido con
Juliana y yo solamente quería seguir bebiendo. ¡Brindemos! Porque no todos los domingos son tan buenos. Después
de varias copas, risas, historias y comentarios sexualmente sugestivos, dije “Bueno. ¿Ahora qué?”
- Pues no sé hermano, ¿qué propone? - respondió Don Luis-
- ¡Hagamos
una orgía! – propuse-
Todos estuvimos de acuerdo.
- ¿Alguien sabe cómo empezarla? Yo nunca he
estado en una. –Pregunté-
Seguramente Google lo sabe. ¡Acá está! Hay un tutorial que explica cómo
empezar, el resto está en nuestra imaginación.
Uno siempre sabe a quién preguntarle.
Comenzamos por turnos. Cada uno se iba quitando las prendas a medida que
respondía alguna pregunta de índole sexual. Vamos despacio porque somos tímidos
y los tímidos no se apresuran en las orgías. Recordé que las mujeres se ponen
muchas más prendas que los hombres. Don Luis y yo quedamos desnudos y las dos
mujeres en ropa interior. Lógicamente, yo tapaba mi entrepierna porque hay que
tener pudor. Juliana no lo pensó, se quitó la ropa y se montó en el sillón de
mi amigo. Marta se quitó el resto de las prendas y dejó al descubierto un
cuerpo esbelto. Uno sabe que Don Luis suele ser muy pasado, pero lo que hizo en ese
momento fue épico. Mientras tenía a Juliana encima, miró fijamente a Marta y
exclamó, “Uyyy, Marta, ¿qué es todo eso?”.
Momento. ¿Eso es legal en las orgías? ¿Eso lo permite la constitución? La
situación en resumen es que Don Luis estaba follando en ese momento con Juliana
y en pleno acto morbosea a la amiga. ¡Maestro!
Entonces sucedió aquello a lo que todo hombre le tiene miedo. Algo que
solo pasa en películas baratas.
- No soy capaz. Lo siento –Dijo Marta, mientras se vestía-
- ¿Ah? ¡Qué! – Pregunté intrépidamente-
- No me siento preparada. Lo lamento mucho – Respondió ya con su ropa interior puesta-
Es indescriptible la sensación. Todo el orgullo y dignidad masculina se
quiebran. ¿Cómo se supone que debo
reaccionar? ¡mierda! Es una
emoción fuerte y más si al lado está un amigo y una conocida observando todo. Ahora entiendo lo que padeció Santiago cuando Aura lo dejó esperando. Supongo que así se sienten las mujeres cuando un hombre resulta ser polvo de
gallo. Y si a usted, señorita, le sale uno así, muérdale un testículo pa’ que
afine.
Comenzó a ponerse la ropa mientras se disculpaba tontamente
una y otra vez. Me sentía muy perdedor.
- ¿Es en serio? ¡Marica! ¡Es en serio! –Preguntaba nervioso-
- Podría hacerte otra cosa – y miró fijamente a mi entrepierna-
“Bueno, al menos es considerada”
pensé. Asentí con tristeza y le dije que al menos se quitara la ropa de nuevo.
Desnuda se arrodilló y tomó entre sus dos manos al que se alzaba fuertemente.
Me quedaría corto tratando de describir la siguiente escena. Solo diré
que es hasta ahora, el mejor sexo oral que he recibido en toda mi vida. Las
películas porno se quedan cortas. Nunca pensé que una mujer pudiese hacerme
sentir semejantes cosas con solo su boca. De arriba a abajo con su lengua.
Garganta profunda. ¡Los dos testículos en la boca! Movimientos circulares por
todas partes. Mordidas delicadas. Una y otra y otra y otra vez. ¡Por Dios! ¡Qué
felación! ¡Qué sexo oral! ¡Qué mamada! Yo no sé en dónde aprendió Marta a hacer
eso, pero aquel arte deberían saberlo todos los seres humanos. ¡Marta! ¡Qué
diosa del sexo oral eres! ¡divinidad mamadora!
Con esa explosión de sensaciones tan intensas, a los 10 minutos sentía
que iba a estallar. Que todo iba a terminar y que llenaría la boca hasta tres
veces. “No, no. Aún no. Piensa en el
examen de mañana. ¡Mierda! Verdad que tengo parcial. ¡Jueputa! Esto se siente
de maravilla. ¡El parcial! ¡el parcial! ¡Maldita sea, ya no aguanto más!”
mordía mi brazo y me agarraba el cabello. De pronto, ella alzó su mirada.
Frenó. Se vuelve a disculpar y me dice que no se siente capaz del coito
porque hay alguien en su vida. ¿El novio? ¿el amante? ¿el tipo que le gusta? ¿la mascota? ¡Y
a mí qué putas me importa!
- Marta, ¿Por qué no simplemente disfrutas del
momento? – le dije mientras
acariciaba sus senos-
- ¿Tienes condón? –preguntó ella-
(¿Que si tengo condón? ¡Una docena!) Yo tenía el condón listo. No hubo nada más
por decir. Para ese momento, Don Luis se había ido con Juliana para un
cuarto. La sala era mía para romper lo que quisiera, aunque claro, si algo
salía roto, yo debía pagarlo.
Sin temor, hice hasta las poses prohibidas. Y la pasión consumió mi alma
hasta convertirla en lujuria pura. ¡Qué quilombo! ¡pobres vecinos! Estábamos
haciendo mucho ruido.
- No aguanto más. Esto es demasiado. Estoy muy
cansada –dijo ella-
- Yo apenas acabo de empezar –respondí agitado-
- Termina ya. Yo ya perdí la cuenta.
- ¿Dónde quieres que termine? Adentro ni loco. Que
se pongan a parir lo tontos.
- Donde quieras.
Eyacular sobre el rostro es una de mis formas preferidas y ella me había
dado autorización, pero preferí acabar en su cuerpo. Ella agarró con sus dos
manos al que se erguía victorioso en aquella batalla y lo movió de arriba a abajo
mientras lubricaba su mano con saliva.
3…2…1… y cuatro horas de acumulación salieron a 45 km/h cubriendo todo
su pecho, parte de su rostro, cabello, sillón, pared, cortinas y piso. Parecía
interminable. Era una llave abierta de espermatozoides. Ella, en un momento de
éxtasis puro, restregó por todo su cuerpo aquel fluido de dioses con una
expresión que superaba lo pornográfico. Acto seguido, pasó sus dos manos empapadas
de semen por todo mi pecho. Entonces, no me quedó más que expresar casi que con
un grito lo desagradable que era. Le reproché por completo.
- ¿Te da asco de lo que sale de ti mismo? – dijo inocentemente-
- ¿Usted se unta su propia sangre durante el
periodo? –Pregunté molesto-
- No. ¡Qué asco!
- ¡EXACTO! ¡Por qué putas lo hizo! ¡Por Dios!
No me juzguen. En el sexo todo debe ser conciliado. Es una cuestión de
gustos meramente. Así como aquella mujer que ama el sexo oral pero por nada del
mundo lo hace. Karen por ejemplo, mataría al hombre que eyaculara en su rostro,
sin embargo, ella ama tener un squirt
mientras le hacen sexo oral y dejar completamente mojado al tipo, como cuando a
Luna lo dejaron escurriendo semen
femenino (¡Sí! Yo sé que no existe el “semen femenino” es solo una
expresión, señor literato).
Entre enfadado y extasiado fui a buscar papel con qué limpiarme y
limpiarla, porque soy todo un caballero. Al regresar y encender las luces, vi el desastre por completo.
Escena roja que se quedará en mi mente y en los cuentos e historias que solo
algunos, muy pocos, conocen.
Me vestí. Ella ya estaba lista. Pedimos dos taxis. Nos despedimos de
beso en la mejilla porque los extraños no se besan. Luego dijo “toda mujer fantasea con tener sexo con un
desconocido” y se fue. Salí del apartamento silenciosamente para no
despertar a los vecinos. Me fui dejando sobre la mesa un cuarto de botella de
tequila y mil demonios en la sala.
“Las mujeres necesitan una razón para tener
sexo. Los hombres sólo un lugar"
Billy Crystal
@DrRascawillie
Si usted tiene alguna historia que quiera compartir puede escribirme a ejvallejof@gmail.com
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