miércoles, 1 de octubre de 2014

Orgía en la casa de Don Luis



Amores baratos, moteles sucios y cosas que pasan

<<Las historias que se describirán a continuación no necesariamente fueron experiencias mías. Algunas son anécdotas de amigos, conocidos o las escuché por ahí. Agradezco a quienes confiaron y aceptaron que recreara los momentos. Espero que les guste>>

Segunda parte


Orgía en la casa de Don Luis



“¿Es sucio el sexo? Solo cuando se hace bien”
Woody Allen



¿Ahora qué? ¡Hagamos una orgía! ¿Alguien sabe cómo empezarla? Yo nunca he estado en una. Google lo sabe. ¡Acá está! Hay un tutorial que explica cómo empezar, el resto está en nuestra imaginación […]

¿Qué mejor que una orgía un domingo, en la noche, en la víspera de un día de estudio y lleno de trabajo? Sin ánimos de quedarme en casa, salí a caminar. Por fortuna no era día de partido, así que las calles estaban mucho más seguras.

Un domingo a las 8 pm la mayoría de bares y restaurantes de este pueblo están cerrados, decidí ir entonces al único lugar donde podía encontrar a alguien con quien hablar y subir mi estado de ánimo.

- ¿Qué dice Don Luis, Dónde es la fiesta?

Uno siempre sabe a quién preguntarle.

- Diga nada más qué hacemos, hermano.

Estaba acompañado de una mujer a quien había visto un par de veces, Juliana, si mal no recuerdo.

- Estoy algo aburrido. Tengo ganas de comer algo y tomar licor esta noche. ¿Se anima o qué?

Don Luis es la clase de sujeto al que uno le coge rápidamente cariño. No solo porque es igual de pervertido (libidinoso suena mejor) que uno, sino porque siempre está dispuesto a todo.

- Juliana, pero llámese a una amiga, porque yo acá de violín queda muy duro.

Insisto, uno siempre sabe a quién preguntarle. Sacó una libreta de apuntes y comenzó a buscar a alguna mujer que estuviera dispuesta a todo. Hizo un par de llamadas.

- Listo. Ya viene una amiga. Se llama Marta.

 ¿Está buena?

 Pues… tiene que verla.

Acá es donde uno concluye que no. Pero qué más da, es mejor dos para dos, porque tres es muy poco.

A eso de las 11 pm y después de haber comido bastante bien, llegó Marta. Se me antojó comprar rápidamente el licor. Una botella de tequila. Sí, con eso bastaría. Decidimos irnos para la casa de Don Luis, no sin antes pasar por la narguile, esencias –porque yo no fumo marihuana- y varios condones. Uno sospecha en qué podría terminar la noche, pero no hay que presionar las cosas.

Llegamos al apartamento y pusimos buena música. Abrimos la botella; comenzamos a tomar y fumar narguile. Don Luis estaba muy entretenido con Juliana y yo solamente quería seguir bebiendo. ¡Brindemos! Porque no todos los domingos son tan buenos. Después de varias copas, risas, historias y comentarios sexualmente sugestivos, dije “Bueno. ¿Ahora qué?”

Pues no sé hermano, ¿qué propone? - respondió Don Luis-

¡Hagamos una orgía! – propuse-

Todos estuvimos de acuerdo.

¿Alguien sabe cómo empezarla? Yo nunca he estado en una. –Pregunté- Seguramente Google lo sabe. ¡Acá está! Hay un tutorial que explica cómo empezar, el resto está en nuestra imaginación.

Uno siempre sabe a quién preguntarle.

Comenzamos por turnos. Cada uno se iba quitando las prendas a medida que respondía alguna pregunta de índole sexual. Vamos despacio porque somos tímidos y los tímidos no se apresuran en las orgías. Recordé que las mujeres se ponen muchas más prendas que los hombres. Don Luis y yo quedamos desnudos y las dos mujeres en ropa interior. Lógicamente, yo tapaba mi entrepierna porque hay que tener pudor. Juliana no lo pensó, se quitó la ropa y se montó en el sillón de mi amigo. Marta se quitó el resto de las prendas y dejó al descubierto un cuerpo esbelto. Uno sabe que Don Luis suele ser muy pasado, pero lo que hizo en ese momento fue épico. Mientras tenía a Juliana encima, miró fijamente a Marta y exclamó, “Uyyy, Marta, ¿qué es todo eso?”. Momento. ¿Eso es legal en las orgías? ¿Eso lo permite la constitución? La situación en resumen es que Don Luis estaba follando en ese momento con Juliana y en pleno acto morbosea a la amiga. ¡Maestro!

Entonces sucedió aquello a lo que todo hombre le tiene miedo. Algo que solo pasa en películas baratas. 

 No soy capaz. Lo siento –Dijo Marta, mientras se vestía-

 ¿Ah? ¡Qué! – Pregunté intrépidamente- 

No me siento preparada. Lo lamento mucho – Respondió ya con su ropa interior puesta-

Es indescriptible la sensación. Todo el orgullo y dignidad masculina se quiebran. ¿Cómo se supone que debo reaccionar? ¡mierda! Es una emoción fuerte y más  si al lado está un amigo y una conocida observando todo. Ahora entiendo lo que padeció Santiago cuando Aura lo dejó esperando. Supongo que así se sienten las mujeres cuando un hombre resulta ser polvo de gallo. Y si a usted, señorita, le sale uno así, muérdale un testículo pa’ que afine.

Comenzó a ponerse la ropa mientras se disculpaba tontamente una y otra vez. Me sentía muy perdedor.

¿Es en serio? ¡Marica! ¡Es en serio! –Preguntaba nervioso-

 Podría hacerte otra cosa – y miró fijamente a mi entrepierna-

Bueno, al menos es considerada” pensé. Asentí con tristeza y le dije que al menos se quitara la ropa de nuevo. Desnuda se arrodilló y tomó entre sus dos manos al que se alzaba fuertemente.

Me quedaría corto tratando de describir la siguiente escena. Solo diré que es hasta ahora, el mejor sexo oral que he recibido en toda mi vida. Las películas porno se quedan cortas. Nunca pensé que una mujer pudiese hacerme sentir semejantes cosas con solo su boca. De arriba a abajo con su lengua. Garganta profunda. ¡Los dos testículos en la boca! Movimientos circulares por todas partes. Mordidas delicadas. Una y otra y otra y otra vez. ¡Por Dios! ¡Qué felación! ¡Qué sexo oral! ¡Qué mamada! Yo no sé en dónde aprendió Marta a hacer eso, pero aquel arte deberían saberlo todos los seres humanos. ¡Marta! ¡Qué diosa del sexo oral eres! ¡divinidad mamadora!

Con esa explosión de sensaciones tan intensas, a los 10 minutos sentía que iba a estallar. Que todo iba a terminar y que llenaría la boca hasta tres veces. “No, no. Aún no. Piensa en el examen de mañana. ¡Mierda! Verdad que tengo parcial. ¡Jueputa! Esto se siente de maravilla. ¡El parcial! ¡el parcial! ¡Maldita sea, ya no aguanto más!” mordía mi brazo y me agarraba el cabello. De pronto, ella alzó su mirada. Frenó. Se vuelve a disculpar y me dice que no se siente capaz del coito porque hay alguien en su vida. ¿El novio? ¿el amante? ¿el tipo que le gusta? ¿la mascota? ¡Y a mí qué putas me importa!

- Marta, ¿Por qué no simplemente disfrutas del momento? – le dije mientras acariciaba sus senos-

 ¿Tienes condón? –preguntó ella-

(¿Que si tengo condón? ¡Una docena!) Yo tenía el condón listo. No hubo nada más por decir. Para ese momento, Don Luis se había ido con Juliana para un cuarto. La sala era mía para romper lo que quisiera, aunque claro, si algo salía roto, yo debía pagarlo.

Sin temor, hice hasta las poses prohibidas. Y la pasión consumió mi alma hasta convertirla en lujuria pura. ¡Qué quilombo! ¡pobres vecinos! Estábamos haciendo mucho ruido.

No aguanto más. Esto es demasiado. Estoy muy cansada –dijo ella-

Yo apenas acabo de empezar –respondí agitado-

Termina ya. Yo ya perdí la cuenta.

- ¿Dónde quieres que termine? Adentro ni loco. Que se pongan a parir lo tontos.

- Donde quieras.





Eyacular sobre el rostro es una de mis formas preferidas y ella me había dado autorización, pero preferí acabar en su cuerpo. Ella agarró con sus dos manos al que se erguía victorioso en aquella batalla y lo movió de arriba a abajo mientras lubricaba su mano con saliva.

3…2…1… y cuatro horas de acumulación salieron a 45 km/h cubriendo todo su pecho, parte de su rostro, cabello, sillón, pared, cortinas y piso. Parecía interminable. Era una llave abierta de espermatozoides. Ella, en un momento de éxtasis puro, restregó por todo su cuerpo aquel fluido de dioses con una expresión que superaba lo pornográfico. Acto seguido, pasó sus dos manos empapadas de semen por todo mi pecho. Entonces, no me quedó más que expresar casi que con un grito lo desagradable que era. Le reproché por completo.

¿Te da asco de lo que sale de ti mismo? – dijo inocentemente-

¿Usted se unta su propia sangre durante el periodo? –Pregunté molesto-

- No. ¡Qué asco!

- ¡EXACTO! ¡Por qué putas lo hizo! ¡Por Dios!  

No me juzguen. En el sexo todo debe ser conciliado. Es una cuestión de gustos meramente. Así como aquella mujer que ama el sexo oral pero por nada del mundo lo hace. Karen por ejemplo, mataría al hombre que eyaculara en su rostro, sin embargo, ella ama tener un squirt mientras le hacen sexo oral y dejar completamente mojado al tipo, como cuando a Luna lo dejaron escurriendo semen femenino (¡Sí! Yo sé que no existe el “semen femenino” es solo una expresión, señor literato).

Entre enfadado y extasiado fui a buscar papel con qué limpiarme y limpiarla, porque soy todo un caballero. Al regresar y encender las luces, vi el desastre por completo. Escena roja que se quedará en mi mente y en los cuentos e historias que solo algunos, muy pocos, conocen.

Me vestí. Ella ya estaba lista. Pedimos dos taxis. Nos despedimos de beso en la mejilla porque los extraños no se besan. Luego dijo “toda mujer fantasea con tener sexo con un desconocido” y se fue. Salí del apartamento silenciosamente para no despertar a los vecinos. Me fui dejando sobre la mesa un cuarto de botella de tequila y mil demonios en la sala.



“Las mujeres necesitan una razón para tener sexo. Los hombres sólo un lugar"
Billy Crystal

Lea aquí la primera parte. "Moteliando con una cuarentona"




@DrRascawillie


Si usted tiene alguna historia que quiera compartir puede escribirme a ejvallejof@gmail.com  

No hay comentarios:

Publicar un comentario

"Diría yo, que una mujer inteligente siempre enamora sin importar su físico. Claro está, que hay mujeres que quieren aparentar ser inteligentes y terminan hablando cosas incoherentes y pierden todo su encanto... es más decepcionante aún si físicamente es atractiva. En tal caso, lo mejor es alejarse lenta y serenamente, ir a la biblioteca y leer un buen libro. Eso ayudará a equilibrar las cosas" E.J.
"A veces las personas evitan saludarme, y me causa risa ver cómo tratan de ocultarse. Lo mejor de todo es que me evitaron la molestia de saludar. Sería un gasto de energía innecesario fingir estar alegre por verle." E.J.